El
2015 ha acogido la discusión sobre el fin al lucro, la selección y el copago.
La pronta des-municipalización sugiere el fortalecimiento de la educación
pública y se pronostica que pronto estemos debatiendo la gratuidad universal.
El movimiento estudiantil dejó sus días más duros atrás, la Alameda se
encuentra despejada y de un tiempo a esta parte se ha oído hablar incluso “del
fin de la educación de mercado”.
Frente
a este escenario aparentemente positivo, conviene hacer una caracterización de lo
que entendemos por una educación de mercado y ofrecer una perspectiva desde la cuál podría ser superada. La
bandera de lucha de los estudiantes, el fin al lucro, debe seguir unida a la remoción del sistema educacional de la lógica de mercado.
Sin
duda, podemos decir que “educación de mercado” es un término ambiguo. Propone tanto que existe un mercado de la educación, es decir, la
existencia de la mercancía educación;
como que ésta proviene del mercado y para el mercado. En esta columna
desarrollo ambas ideas desde la economía crítica y propongo su solución
mediante la planificación.
Si
existe (y existe) un mercado de la educación, entonces la educación es una mercancía. Según la
económica clásica, las mercancías evidencian un carácter dual y exhiben al mismo tiempo valor de uso y de cambio. Una
vivienda, por ejemplo[i], puede ser construida para
satisfacer necesidades de alojamiento y convivencia (valor de uso), o para
obtener una ganancia proveniente del valor futuro especulativo de su hipoteca,
en el mercado inmobiliario (valor de cambio). “La crisis se habría originado
por la concentración irracional de capital en la esfera de valores de cambio”.
Esto habría conllevado a “una sociedad de valores de cambio en lugar de una
sociedad de valores de uso”; Una sociedad que gira en torno a las
necesidades de reproducción del capital.
El
resultado en el plano de la geografía para este fenómeno del capitalismo es la
formación de enormes ciudades para aplacar las crisis económicas y acumular
capital: “Ciudades fantasma” en China
y el sur de California que, producto del boom inmobiliario, levantaron con
cientos de miles de metros cuadrados de casas vacías.
Sostengo
que nuestro sistema de educación ofrece un escenario similar de acumulación
irracional y que podría enfrentar una crisis. Al igual que el mercado
inmobiliario, el lucrativo mercado de la educación en Chile ha crecido sin
regulación importante ni forma predefinida, guiándose principalmente por
criterios de rentabilidad económica[ii] (Monckeberg, 2011).
Los
estudiantes de este modelo se ven envueltos en una esfera donde la educación se
convierte en bien de inversión, por el cuál es legítimo pagar; una donde “se estudia
porque sirve hacerlo” (Mayol, 2012). Sin embargo, “el puro estímulo material y la conciencia son términos
contradictorios”. Y aunque “no negamos la necesidad objetiva del estímulo
material, sí somos renuentes a su uso como palanca impulsora fundamental”. Ya
que “en economía, este tipo de palanca adquiere rápidamente categoría per se y luego impone su propia fuerza
en las relaciones entre los hombres.” (Guevara, 1964).
Precisamente,
los individuos pasan a vivir en una “ciudad fantasma”, o dentro de un modelo
(fantasmagórico), que fue construido a sus espaldas, sin seguir el plan de las
necesidades sociales. De esta contradicción fundamental entre valor de uso y de cambio, surge la alienación; la negación de la conciencia.
Por
otro lado, la educación de mercado es
aquella que proviene de éste y hereda sus reglas y sus
principios; su estructura de incentivos, como se dice en economía. Entre estos
principios fundadores destacan la libertad individual de elección y la competencia,
sobre los cuales el sistema educativo chileno refleja resultados insólitos de
segregación y asignación (Gajardo,
2014) a un costo social muy elevado. El malestar social
producto de estos resultados se ha expresado exhaustivamente en las
manifestaciones estudiantiles de 2006, 2011, 2012, etc.
La
alienación respecto del modelo de educación se evidencia en forma clara durante
los procesos de selección universitaria. La PSU y el nuevo ranking de notas
están basados en los principios antes señalados; la publicidad del
preuniversitario Pedro de Valdivia pregona
“Tu libertad para elegir” parecido al “Libre para elegir” de Milton
Friedman, libro que dio en su tiempo hasta para un programa de TV. Y en el
fondo, el argumento es similar: El esfuerzo personal es gratificado con la
libertad de elegir una carrera, del mismo modo que el esfuerzo laboral debiese
ser gratificado con mayor libertad en el mercado.
Sin
embargo, contrariamente a dichos principios tan meritocráticos, al analizar los
resultados de los distintos colegios se distinguen diferencias concluyentes
entre colegios según posición geográfica e ingreso, diferencias que además se
acentúan a través del tiempo (Muñoz y Redondo, 2013). De esta manera, el problema de
su educación se le plantea al estudiante, como uno personal, individual,
mayoritariamente dependiente de su propio esfuerzo y mérito, mientras que, en
realidad, la evidencia sugiere como determinante del éxito la clase social.
La des-mercantilización
de la educación, el “fin de la educación de mercado”, consiste en superar estas
dos contradicciones.
En
primer lugar, es necesario
prohibir el lucro para construir una educación pública orientada al valor
de uso. El paso desde la educación entendida como valor de cambio a
una educación entendida como valor de uso, necesita subvertir la lógica desde
el lucro, a la satisfacción de necesidades (Mészáros, 2008). Pero también es necesaria la
apropiación de la racionalidad que sostiene al modelo de educación entero, lo cuál equivale a su planificación
y control racionales, conforme al interés social.
Es
necesaria, entonces, una planificación socialista, en el sentido de una “reestructuración
consiente e inteligente de todos los problemas que enfrentará el pueblo en los
años futuros” (Guevara, 1964). Y aunque toda forma de “control” sobre la
economía en Chile es inmediatamente rechazada por los “paladines de la libertad
de mercado”, deben saber que la economía siempre sigue un tipo de control, “el
punto de discusión es qué parte de este control puede ser invisible y qué parte
debe ser visible. El control invisible, es aquél que ejerce el mercado; el control visible[iii], es el organizado por el
Estado” (Lewis, 1965, La
Planeación Económica).
Finalmente,
recalcar que existe todavía una larga tarea frente a nosotros. Si el camino que
está tomando el gobierno avanza positivamente en dirección hacia la gratuidad,
el fin al lucro como motor del modelo de educación sigue lejos de estar puesto
en juicio. Sin embargo, las reformas vendrán y el movimiento estudiantil debe
estar atento, porque este, como las ruedas inexorables de la historia, tampoco
puede retroceder.
Vicente Olavarría
Estudios Nueva Economía
BIBLIOGRAFÍA
Cohen, G. A. (2011). ¿ Por qué no
el socialismo?. Katz Editores.
Friedman, M., & Friedman, R. (1983). Libertad
de elegir. Buenos Aires: Orbis.
Guevara, E. (1964) La planificación socialista y su significado, Santiago de Chile,
Ed. Quilamntú.
Harvey, David. (2014) Charla sobre el origen de las
crisis en el capitalismo, Universidad Mayor.
Harvey, D. (2011). The enigma of
capital: and the crises of capitalism. Profile Books.
Katz, C. (2010). La economía marxista,
hoy. Madrid: Maia.
Lewis, W. A. (1965). La planeación
económica. Fondo de Cultura Económica.
Marx, K., & Engels, F. (1947). El
capital. Crítica de la economía política (trad. W. Roces).
Madrid: Fondo de Cultura Económica.
Mayol, A. (2012). El derrumbe del
modelo. Editorial Lom.
Mészáros, I., Maneiro, M., & Grance, E.
(2008). La educación más allá del capital. Siglo XXI.
[i] El ejemplo y sus consecuencias corresponden al profesor David
Harvey, economista y geógrafo marxista, quien ilustró en su última visita a
Chile la contradicción esencial que enfrentan los dos valores en la crisis subprime de finales de
2009. Aquí utilizo su ejemplo con cierta laxitud.
[ii] Si la Ley promulgada por la administración Bachelet
prohíbe “El copago, el lucro y la selección” contribuye a revertir esta
situación, dotando al sistema de forma y dirección, es algo que está por verse.
Sin embargo, se puede anticipar que esta ley persigue la regulación de un
mercado y no, la planificación completa del sistema educativo, porque no
incluye a los colegios particulares pagados (Ballesteros,
Gajardo & Riquelme, 2014)
[iii] La implementación de dicho control visible deberá seguir
criterios democráticamente establecidos, que se apliquen a todos por igual sin
distinción de clase social, fomentando la activa participación de las
comunidades en el diseño, contenido y herramientas del proceso educativo
nacional. Evidentemente,
la elaboración de dicho Plan Nacional de Educación requiere de ciertos principios
y necesidades sociales (por ejemplo, un principio igualitario y uno comunitario
(Cohen, 2011, ¿Por qué no el socialismo?)).