17 de abril de 2014

Un modelo segregador

     Esta semana Chile se sitúa en el séptimo puesto  entre los países económicamente más libres del mundo, superando a países como Irlanda y EE.UU, quienes fueran los padres de la economía de libre mercado.
     Este tipo de noticias pareciera reafirmar la convicción de aquellos que firmemente confían en que el modelo de desarrollo económico neoliberal ha marcado el camino en base al cual debemos labrar el futuro de desarrollo del país, con un Estado resignado meramente a un rol regulador de las libres motivaciones del emprendimiento económico.
     Y siendo pragmáticos, al menos en el corto plazo, el modelo de desarrollo neoliberal se ha instalado dentro de la estructura productiva que han adoptado la gran mayoría de las grandes economías mundiales,  las cuales gozan hoy, por un lado, de las virtudes que ofrece el sistema, pero al mismo tiempo, siendo repercutidas cada vez con mayor ímpetu por los descontentos sociales que el sistema genera, manifestándose en la  lucha contra la inequidad social, la concentración de la riqueza, y el claro sesgo de “desarrollo” que se manifiesta sólo para aquellos que pueden pagar por él.
    Sin duda, para el año venidero, así como también lo fue para el año pasado, un tema relevante serán las declaraciones sociales en contra de un modelo de desarrollo que ha conservado la inequidad social y la segregación mediante castas económicas, las cuales ambas, han sido utilizadas como moneda de cambio para un concepto de desarrollo y crecimiento que se ha transformado en lo que podría denominarse un “Desarrollo Segregado”, donde para una determinada casta económica dentro de la sociedad los beneficios son claros, producto de que a dicho segmento social es a quienes el  modelo actual de desarrollo les ofrece cada vez un mayor poder adquisitivo frente a una cada vez mayor gama de bienes  y servicios de consumo, que les garantizan una mejor “calidad de vida”. Por otro lado, el mismo sistema basado en la segregación de las castas económicas, se sustenta en aquellos para quienes el anhelado progreso y superación de los límites de pobreza queda renegado a un “Consumo Contemplativo”, pues claro, los bienes, servicios y oportunidades  que el crecimiento ofrece están ahí, pero siguen estando fuera del alcance de aquellos para quienes la promesa de desarrollo era mas necesaria.
     Y pareciera ser que para muchos este hecho no es evidente, pues constantemente se escucha el argumento de como ciertas estadísticas muestran que las clases desposeídas han mostrado una mejora en su nivel de consumo real comparado con cifras de décadas pasadas, y que por tanto el modelo si ofrece oportunidades de desarrollo para todos. Pero claramente podría regalarle un dulce a alguien cada diez años y según las estadísticas estaría mejor (¿Acaso no hacemos eso?),
     Entonces el problema es claramente un tema de enfoque, de entendimiento, y de poder reconocer que en el desarrollo de una sociedad lo relevante no queda renegado a términos absolutos (El dulce adicional), sino que lo que marca el cómo se conforma la estructura social y la misma segregación que vivimos día a día, surge por términos de desarrollo relativo. Y es aquí donde debemos volver a combatir la falsedad de la conocida “Teoría del chorreo”, en base a la cual se sustenta el modelo de desarrollo actual, que ofrece como mecanismo de superación el hecho de que cuando en una sociedad las castas económicas superiores logran progresar y aumentar la riqueza del país, parte de este progreso brota hacia las castas económicas inferiores, permitiendo la interpretación de que aunque un sector social logre beneficiarse excesivamente del vaivén económico, los demás recibirían indirectamente parte de este nuevo excedente que las castas privilegiadas acumulan.
     Si fuera tan simple como lo mencionado, no tendríamos problemas en fomentar un modelo de desarrollo como tal, pero para nadie es sorpresa la falsedad de dicho argumento y el cómo cualquier excedente obtenido por sectores sociales más acomodados claramente no radica en un afloramiento de recursos  hacia los que han quedado marginados, sino que más bien se transforma en una constante acumulación que acerba aún mas las diferencias sociales por las cuales el sistema se ha hecho característico.
     El mensaje creo que debería estar claro, y es que aceptando objetivamente los beneficios que el crecimiento económico nos ha ofrecido como sociedad, no es aceptable seguir fomentando el mismo bajo el criterio de “Progreso Segregado”, sino que debemos hacer evidentes las constantes repercusiones de inequidad social que el mismo proceso genera, e impulsar nuevos mecanismos de desarrollo que permitan a todos disfrutar de las mayores oportunidades que el desarrollo económico potencialmente puede ofrecer a la  comunidad, pues cualquier avance y logro que se haya alcanzado o que se desee alcanzar, radicará en un esfuerzo conjunto del tejido social como un todo, y no de una clase dominante sobre las otras, por tanto así como el empleador necesita del empleado para serlo, el empleado no es empleado sin un empleador, y mediante esta simbiosis en la esfera productiva entre uno y otro, así mismo el progreso debe brotar equitativamente hacia todas las partes involucradas y no transformarse en un mecanismo de acumulación para los mas beneficiados.

Antonio Acha
Estudios Nueva Economía

*Publicado en Portal Epicentro